En los últimos años, se ha hablado mucho de la posibilidad de amar sin apego. Pero, ¿esto realmente es así o es posible? Creo que es bueno que explique en qué se origina el apego y cómo evitar situaciones que sean dependientes.
El origen del apego en los vínculos sentimentales
Lo primero que hemos de decir es que el apego en los vínculos sentimentales es una reacción natural. Sucede en todos los mamíferos y es habitual en relaciones paterno-filiales, en relaciones de pareja y, también, en vínculos de amistad. Pero, llevado al extremo, puede ser perjudicial. Ahora bien, esto tiene una explicación química, porque el apego es un fenómeno de los mamíferos.
El apego se funda en la generación de determinados químicos en nuestro cerebro, la oxitocina y la serotonina. Nos sentimos bien y cultivamos un apego basado en el cariño y en la confianza. Ahora bien, hemos de decir que este cóctel de hormonas varía dependiendo del caso. No es lo mismo el amor maternofilial que el enamoramiento, por ejemplo. El primero tiene bases más sólidas que el segundo y puede durar más tiempo. En cualquier caso, no se trata solo de las reacciones iniciales del organismo, sino de cómo se forjan después la relaciones.
Y, más allá de la fundamentación química, la psicología también ha estudiado el apego, hasta el punto de indicar distintas tipologías: apego seguro, ambivalente, evitativo y desorganizado. Obviamente, el saludable es el primero, tal y como señaló en su día John Bowlby. Todos necesitamos apego, en mayor o menor medida, para unas relaciones satisfactorias.
Amar sin apego: ¿es posible? ¿cómo hacerlo posible?
Si hemos dicho lo anterior, tenemos que reformular el concepto: amar sin apego no es posible y, además, es poco saludable. En tanto en cuanto, es imposible que no empaticemos con las personas que nos importan y queremos.
Sin embargo, y ahí está la diferencia, sí que podemos establecer unos vínculos distintos a los maternofiliales. El motivo es simple: en relaciones entre adultos, la responsabilidad individual es un tema central, lo cual no sucede, obviamente, con los niños, donde esa responsabilidad es progresiva. Esto significa tener la posibilidad de establecer límites de aquello que debemos y no debemos hacer. Además, soltar, en algunos casos y con algunas personas, se convierte en una necesidad de supervivencia.
En ocasiones, no lo negaré, esto es complicado. Pero es un trabajo necesario para tener relaciones plenas, saludables y donde no se generen vínculos de dependencia emocional. El resultado, a largo plazo, vale la pena. Y, lo que es más, esta pauta se convertirá en un hábito saludable de vida para ti y tu entorno.
Por unas relaciones más sanas
Amar sin apego no es posible, pero sí lo es hacerlo con un apego sano que nos ayude a nuestro desarrollo personal. ¿Has vivido en situaciones con apego insano? ¿A veces te cuesta decir que no o poner esos límites que son necesarios en la vida? Te puedo ayudar a romper con esa dinámica para que estés mejor. ¡Llámame sin compromiso!