Se habla muchas veces de que las personas merecen segundas oportunidades. Pero, visto con detenimiento, ¿funcionan? Creemos que esta es una cuestión lo suficientemente importante como para que estudiemos ventajas y desventajas. Sigue leyendo…
¿Vale la pena dar segundas oportunidades?
Dar o darse una segunda oportunidad implica, necesariamente, que ha habido una primera oportunidad fallida. Esta circunstancia se puede aplicar a una relación personal, a un trabajo o a un proyecto que no nos haya salido bien.
Trabajar con los sesgos de confirmación, tanto con nosotros como con los demás, es el primer paso que debemos dar. Desafortunadamente, en demasiadas ocasiones la vuelta a empezar está más relacionada con estos sesgos que con decisiones conscientes. Además, conviene darse un tiempo para tener perspectiva.
Llegados a este punto, debemos decir que dependerá de varios factores. A veces, sí puede valer la pena la segunda oportunidad, pero si valoramos estas cuestiones:
1. La responsabilidad del error
Cuando algo sale mal, puede ser nuestra responsabilidad, de otra persona o compartida. En el primer caso, es más fácil, porque somos nosotros los que tendremos que evaluar la situación y dependerá de nuestro aprendizaje. El segundo caso es mucho más complejo, porque vamos a depender de la otra persona y tendremos que confiar. Finalmente, si la responsabilidad es compartida entre dos o más personas, es aún más complicado, porque todas las partes implicadas deben reflexionar y adquirir compromisos.
2. La capacidad de enmienda
El segundo elemento a tener en cuenta es la capacidad de enmienda, igualmente importante. ¿Por qué comentamos esto? Primera, porque, si se trata de ti, no puedes hacerte trampas, has de ser honest@ y saber si, realmente, aquí y ahora estás dispuesto a poner todo de tu parte para aprovechar esa segunda oportunidad. Segunda, porque si esto depende de terceros, tienes que mirar de frente la situación y tener el convencimiento de que esa persona haya aprendido la lección o haya cambiado.
Si no hay capacidad de enmienda ni propósito, probablemente estés perdiendo el tiempo y no valga la pena. Y, en este caso, no vale la pena dar segundas oportunidades porque generarías una frustración innecesaria.
3. El grado de gravedad del fallo
La gravedad del fallo cometido o de la ofensa perpetrada contra nosotros influye, y mucho, a la hora de decidir si dar o no segundas oportunidades. Hay cuestiones que pueden ser fruto de un olvido momentáneo o de una dinámica adquirida que es dañina, pero que se pueden cambiar. Ahora bien, si el problema es más estructural, o reviste una gravedad importante, hay que encender las alarmas.
En ocasiones, la idea de dar una segunda oportunidad está romantizada, debido a nuestra herencia cultural. Y, aunque no es bueno decir que “no” por sistema, hay que valorar bien cada situación.
En resumen…
Las segundas oportunidades pueden funcionar bien o no, pero es nuestra responsabilidad actuar de forma consciente para que el margen de equivocarse de nuevo baje. ¿Necesitas darle un cambio a tu manera de relacionarte o de tomar decisiones vitales? En Emocodificación te ayudo a conseguirlo. Contáctame y hablamos.